Jardines de la Fantasía en La Palma
Ese rojo- un rojo vivo y apasionado que recuerda una puesta de sol tropical- parece salir del cuadro, invadiendo la mirada del observador. Es el color dominante de la paleta de Manuel Díaz Fernández, un joven pintor que está viviendo y trabajando en la bella isla canaria de La Palma. Ya de niño había pintado mucho, pero en serio comenzó poco antes de 1987, cuando se matriculó en la Escuela de Artes Aplicadas en la capital de la isla, Santa Cruz de la Palma. Desde entonces, ha conseguido crear su propio estilo original e inconfundible.
En muchas de sus creaciones, el espectador cree reconocer las flores y plantas prolíferas del jardín plantado alrededor de la casa de Manuel. Éste su refugio está situado en una colina por encima de la ciudad de Santa Cruz de la Palma. El ambiente de jardin de ensueño y las vistas a la bahía y la montaña ofrecen ricas fuentes de inspiración.
Naturalmente, los paisajes espectaculares de La Palma inspiran algunos elementos claves que reaparecen como un motivo principal en muchas creaciones de Manuel. El mar y las puestas de sol de vistoso colorido en la costa oeste de la isla, las formaciones volcánicas, las nubes de los vientos alisios, la fauna y flora subtropical. Pero el pintor no reproduce nunca los colores naturales y las formas reales, sino invita a pasear por un mundo artificial, un mundo surrealista. A veces, los paisajes en las pinturas de Manuel parecen como creaciones para películas de dibujos animados, orginales y encantadoras.
Colores fuertes y llamativos de “cómic” dominan sus pinturas que están pobladas de divertidas criaturas de fantasía: allí vuelan pájaros con colas de pescado y plumas como flores abiertas, peces que vuelan, palmas con lirios, tortugas que sonríen graciosamente, con corazas que parecen diamantes radiantes, ángeles diminutos y enanos que llevan inmensos “sombreros de Napoleón”.
Las creaciones de Manuel provocan alegría en el espactador, sea un niño cautivado o un adulto asombrado. La causa de ese alegre estado de ánimo que van creando no hay que buscarla sólo en los colores vivos y alegres, casi “caribeños” de sus pinturas o en el aspecto de que evocan películas de dibujos animados tropicales. Sugestionan un mundo intacto e inocente, un lugar perdido al que se retorna en pensamientos y sueños. O como lo expresó la poeta Elsa López: “….ese universo de amor y ficción…un mundo en el que podemos pasearnos sin miedo al dolor y a las pérdidas.”
Texto: Berthold Volberg